EL ARQUETIPO DEL HÉROE


“La realidad es un signo que al tiempo que revela, vela. Que interpela a la libertad humana para que interprete el signo”.
                                                                                                      Raimon Panikkar

Los mitos son constructos del inconsciente colectivo que la conciencia captura y procesa en forma de relato. A partir de este hecho elabora unas imágenes arquetípicas imbuidas de una cultura específica.
El arquetipo[1] del Héroe lo hallamos en los relatos épicos de la antigua Grecia, en narraciones célebres como Hércules y los Doce Trabajos; Perseo y su combate con la Medusa; o Teseo y el Laberinto del Minotauro. Incluso lo encontramos en los más conocidos y populares cuentos infantiles como Peter Pan o el Mago de Oz, y en la actualidad en la cinematografía más moderna. Con independencia de la cultura o el tiempo transcurrido, queda revelado este arquetipo, el cual siempre es el mismo y responde a una estructura única en toda la historia; es el arquetipo universal. Joseph Campbell lo bautizó como el Héroe de las Mil Caras o Monomito.
Este arquetipo es el referente del valor y el sacrificio, ya sea por un pueblo, por una persona, o por toda la humanidad. No importa cuál sea el relato donde se halle reflejado externamente el personaje, siempre se referirá a nuestro propio mapa interior, a nuestro propio rescate, a la trascendencia del Ser; que hoy es una multiplicidad de yoes o agregados psicológicos, donde oculto bajo una montaña de máscaras reside a la espera de ser redimido. Solo desde la consciencia se crea consciencia.




[1] Etimológicamente del griego “arjetipon” cuyo significado es; “elemento fundamental”, “origen” o “modelo”, siendo en griego sinónimo de prototipo o modelo a seguir. Según Jung, imágenes oníricas y fantasías que correlacionan con especial similitud a universalidades pertenecientes a religiones, mitos y leyendas. Son imágenes ancestrales autónomas constituyentes de lo inconsciente que en el colectivo se encuentra.



La llamada
“Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Mateo 22,14
El ser humano es buscador de vocación. La naturaleza humana impulsada por y desde la propia esencia, se verá estimulada a desarrollar capacidades que propiciarán la búsqueda que le conducirán finalmente al descubrimiento de su verdadera identidad, siempre que así lo elija. De ahí la segunda parte de la frase “…pocos los escogidos”, el buscador se elige a sí mismo para llevar a cabo el camino de regreso, nadie en su lugar podrá realizar esta acción.
Ningún conocimiento Real puede ser alcanzado por efecto del azar —diría Jung—.El poder de fascinación de las ilusiones pasajeras desvía la inmediata percepción de lo esencial.
Por derecho de nacimiento el hombre está llamado a la realización de este Trabajo interior. Descorrer el velo, revelar lo oculto, alcanzar a comprender el misterio será el objetivo de la existencia, de ahí las múltiples llamadas a lo largo de una vida.
Es una llamada que el individuo probablemente rehúya o rechace a lo largo de sus numerosas manifestaciones; por lo general no habrá respuesta la primera vez, y demasiado a menudo, tampoco en las siguientes. Este rechazo hará que durante un tiempo, ya sea corto o largo, o quizá permanente, siga dormitando en su realidad particular, con sus problemas cotidianos y sus eternos lamentos
No obstante, la llamada se sucederá varias veces a lo largo del tiempo, puesto que la naturaleza humana sigue el impulso del despertar. En alguna de estas manifestaciones, será animado por algún estímulo externo o quizá interno a ponerse en marcha, el cual le llevará primero a la reflexión y luego a la acción, y que finalizará con la decisión de “escoger” (o no) una de las dos “píldoras”[1] (alegoría de las píldoras roja y azul del famoso film Mátrix). Una, la primera, le facultará contemplar la realidad tal cual (en teoría) es, gesto conocido como el “Cruce del Umbral”, es el inicio del Camino del Héroe. La otra, le permitirá permanecer imbuido en su ya conocido y familiar “estado de sueño o maya”.[2] Esta segunda elección, será interpretada como un nuevo triunfo de la materia sobre el Espíritu.
En el mito de la caverna de Platón[3], se percibe claramente la cárcel mental en la que el Hombre se encuentra, y la extraordinaria complejidad que conlleva encontrar la puerta de salida del “laberinto”. Cautiverio por otra parte, que muchas culturas de la antigüedad conocen desde hace siglos, y en sus relatos, epopeyas y odiseas, lo expresan de forma clara y abierta para aquel que pueda “ver” más de un nivel de interpretación, empiece a romper sus cadenas.




[1] Alegoría asociada al versículo de Mateo 22,14. Alusión a la trilogía de películas de ciencia ficción “Matrix” (Hermanos Wachowsk).
[2] Maya, dice la sabiduría hindú, es el velo del engaño que envuelve los ojos de los mortales y los hace ver un mundo del que no se puede decir que sea ni que no sea: pues se asemeja al sueño.
[3] Alegoría o mito de la Caverna, realizada por el filósofo griego Platón al principio del VII libro de La República.

Sobre el miedo y la voluntad
El miedo se apoderará a priori del caminante. El miedo, como relata Carlos Castaneda[1] en su libro “Las enseñanzas de don Juan”[2] es el primer enemigo del hombre:
“Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.  Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y  enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda”.
El Guerrero finalmente elegirá la píldora roja, esta le ubicará en una realidad más consciente, ello será fruto de un “esfuerzo consciente o sufrimiento intencional”.[3], que le posibilitará la apertura a una realidad más “objetiva”, no obstante esta no será una realidad ni agradable ni placentera.
Decía Mouravieff[4] que, para poder iniciar el Camino de Autorrealización se requería cierta preparación. Él definía la estructura según mostramos resumida en los cuatro requisitos necesarios para la Búsqueda del Conocimiento y el franqueo del Camino:
-Un propósito firme por alcanzarlo.
-Discernimiento consciente y absoluto, sin concesiones.
-Una disciplina de “acero”.
-Y sobre todo, Iniciativa
La primera condición, el Propósito –dirá Mouravieff– es indispensable. Si no esta se cumple, es inútil continuar. Más si el propósito firme existe, uno debe dedicarse por todos los medios, en cuerpo y alma, a desarrollar la facultad del discernimiento.
Sin el discernimiento, nada tangible puede ser alcanzado. Esta disciplina férrea hará que cualquier herida que el “actor” descubra en su mapa, se convierta en fuente de poder y sabiduría. Siempre que reserve, transforme y aplique la totalidad de su energía a la realización de la Obra, o el Trabajo con mayúsculas, pues él constituye el objetivo permanente de la vida.
Aceptar la Llamada y Cruzar el Umbral, será solo el principio de un largo recorrido. Pero ni el recorrido en sí, ni lo que se puede intuir cómo el final (que no lo es) es motivo de narración de este manual.
En estas líneas únicamente vamos a desarrollar cómo y de qué forma interpretaremos las huellas que el tiempo nos ha legado, y que encerradas en los bestiarios culturales y religiosos de casi todas las civilizaciones, ya sea en libro escrito, en transmisión oral, o inscrito en libros de piedra, cristalizaron en símbolos a través de la historia y sus humanidades.
Estos símbolos favorecerán el reconocimiento de las señales y de los signos arrojados al exterior, para aquellos que decidieron recogerlos e iniciar su itinerario interior.
A continuación se describe un ejemplo de los muchos que existen, de cómo se desarrolla la “llamada”, la cual va desde el rechazo hasta la aceptación, y un inevitable descenso a los “infiernos” denominado por la Mística Cristiana “oscura noche del alma”.
Con el tiempo, se alcanzará una esperada y deseada salida de la “caverna” o subida al Monte Carmelo. Aunque no siempre el tránsito se desarrollará así, y en ocasiones, algunos individuos pueden quedar enclavados en un estado nihilista por un intervalo de tiempo que se resolverá tarde o temprano.
León Tolstoi,[5]conocido escritor ruso de finales del siglo IXX, y principios del XX, vivió en primera persona el vertiginoso descenso a los infiernos. A continuación mostramos un pequeño fragmento de esta caída:
 “Hacia el atardecer de su vida, León Tolstoi, sufrió una terrible crisis existencial y espiritual que lo hunde en una profunda depresión, y que lo llevará casi al borde del suicidio.
Siente un abismo, necesita dar sentido a la vida. Busca respuestas en la ciencia, en la filosofía, en la iglesia Ortodoxa y siente una gran decepción por lo que encuentra en todas ellas.
Arremetió contra todo y contra todos y sus últimos escritos inflamaron el pensamiento de un hombre, que tiempo después sería conocido en todo el mundo por su coraje, Mahatma Gandhi.[6]
Se conocieron y se inició entre los dos una correspondencia periódica a principios de noviembre del año 1091, Gandhi le hablaría de la lucha de los indios en la provincia sudafricana de Transvaal, donde ya empezaba a gestarse el experimento africano que años más tarde sería conocido como Apartheid.
Tolstoi ya en sus últimos meses de vida, se distancia de las letras para expresar su amor y su deseo de liderar un movimiento profundamente humano. De genio de la literatura, se despliegan una serie de sucesos, que trasladan su imagen a la de un profeta capaz de enaltecer con sus palabras”.
Aun no teniendo por qué ser este proceso el mismo para todos los casos, sí que existe un sentimiento generalizado y común; disconformidad, discrepancia con la “vida” y todo lo establecido.
Un sexto sentido hace al buscador sabedor de que hay algo más allá de lo que sus sentidos perciben, que el mundo Real permanece oculto a sus ojos, todavía vetado...empero, ahora ya sabe que duerme, y quizá…ha decidido dejar de hacerlo.




[1] El nombre original del autor es Carlos César Salvador Aranha Castañeda, antropólogo y escritor, origen probable es Perú o Brasil.
[2] Castaneda C. Las enseñanzas de Don Juan, Ed. F.C.E. España S.A.
[3] “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo 7,13
[4] MOURAVIEFF B.  Historiador, filósofo y escritor ruso. Entre sus obras más importantes destacan "Gnosis, Cristianismo Esotérico: Estudios y Comentarios sobre la Tradición Esotérica de la Ortodoxia Oriental".
[5] Lev Nikoláievich Tolstoi, también conocido como León Tolstoi (1828-1910) novelista ruso considerado como uno de los más grandes escritores de la literatura mundial.
[6] Mahatma Gandhi (1869-1948) abogado, pensador y político indio.

Fuente: Extracto del capítulo "El arquetipo del Héroe" del libro "Animales de poder y el inconsciente colectivo" por Marga Farró.
http://www.youtube.com/watch?v=kNljzv8IEx8&feature=youtu.be